Luego de haber trabajado para empresas bajo modo presencial durante años, la aventura freelance parece ser algo parecido al «viaje de ida». Como todo, los pros y contras están presentes, enumero algunos de ellos.
Lo primero que me sorprendió es que el día es más largo, las promedio dos horas de viaje diarias desgastan más de lo supuesto. La posibilidad de administrar los propios tiempos en función de la productividad, almuerzo, actividades, trámites, etc permiten mejorar la calidad de vida si uno tiene cierta flexibilidad horaria.
Aunque ir al supermercado en horarios en los que no hay nadie y aprovechar a hacer trámites en las horas despejadas implica luego quedarse trabajando hasta la noche, cuando todos están disfrutando de su ocio.
Las interrupciones suelen ser un tema porque total » uno maneja sus tiempos » y un motivo de estrés también. Uno ya no tendrá el sueldo garantizado y todo tiempo perdido es dinero perdido.
Trabajar en soledad versus tener compañeros es otro tema. Sin dudas la soledad más que un problema es algo a disfrutar en el mundo freelance, sino es volver a la oficina con compañeros que comparten charlas cotidianas y almuerzos y salidas en los after office , etc.
Quizás en la post pandemia todo esto ya sea algo mucho más consolidado.